El cerro
Recuerdo que cuando niño, en la época en que vivía en Yumbel (octava región para quien no conoce), tendría alrededor de 10 años y nos encantaba ir al cerro la virgen, a tal forma que lo conocíamos como la palma de nuestra mano. Uno de mis mejores amigos se llamaba Carlos Beltrán, quien sabe que será de él, lo dejé de ver como a los 12 años porque su familia se mudó para otra ciudad, igual como me sucedió a mi a los 13, cuando me fui a vivir a concepción.
Bueno, aun recuerdo muy bien su cara puesto que eramos como los amigos inseparables, al que pasaba a buscar a las 8 de la mañana los fines de semana para ir a andar en bicicleta o hacer una que otra tontera.
Recuero que ibamos al cerro en los ratos de ocio, jugabamos a las aventuras, a resvalarnos por las laderas, colgabamos un cordel de una rama que daba a un precipicio pequeño (no quería decir oyo) y nos lanzabamos al vació y al volver saltábamos tratando de no caer. Que tiempos aquellos en donde no nos importaba nada, solo queriamos aventurar y pasarlo bien.
Recuero que nuestros compañeros de curso siempre nos pedían que los llevaramos al cerro, porque habían escuchado que era muy entrete, incluso para las mujeres, para las cuales eramos como los galanes del cerro, jajajaja, que divertido.
Espero que a Carlos no lo haya marcado el dejar a tantos amigos atrás como pasó conmigo cuando me mudé, creo que fue una época que me marcó demasiado formando la personalidad que hoy tengo, un tanto tímida, muy distinta a la que tenía de niño, en donde era mas bien extrovertido y amigo de todos. Era genial que todo el mundo te conociera, ahí va el chiry decían.
Uno de estos días voy a pegarme un viaje a yumbel, a recordar un par de cosas, a olvidarme de otras. Supongo que es el viejazo como relata un amigo en su blog, el querer recordar el pasado y asumir el presente y futuro que tenemos por delante.
Bueno, aun recuerdo muy bien su cara puesto que eramos como los amigos inseparables, al que pasaba a buscar a las 8 de la mañana los fines de semana para ir a andar en bicicleta o hacer una que otra tontera.
Recuero que ibamos al cerro en los ratos de ocio, jugabamos a las aventuras, a resvalarnos por las laderas, colgabamos un cordel de una rama que daba a un precipicio pequeño (no quería decir oyo) y nos lanzabamos al vació y al volver saltábamos tratando de no caer. Que tiempos aquellos en donde no nos importaba nada, solo queriamos aventurar y pasarlo bien.
Recuero que nuestros compañeros de curso siempre nos pedían que los llevaramos al cerro, porque habían escuchado que era muy entrete, incluso para las mujeres, para las cuales eramos como los galanes del cerro, jajajaja, que divertido.
Espero que a Carlos no lo haya marcado el dejar a tantos amigos atrás como pasó conmigo cuando me mudé, creo que fue una época que me marcó demasiado formando la personalidad que hoy tengo, un tanto tímida, muy distinta a la que tenía de niño, en donde era mas bien extrovertido y amigo de todos. Era genial que todo el mundo te conociera, ahí va el chiry decían.